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Tus risas

Supe que estaba enamorada de ti el día que escuché todas tus risas.

Desde la más cálida y suave a la más estridente, me gustan todas.

Tus risas consiguen espantar mis penas igual que las sacudidas hacen volar al polvo.

Una de tus risas, la más entrañable, me hace cosquillas en el cuello; otra, la más animal, hace arder mis entrañas…

Las ondas sonoras de tus risas se me quedan dentro, en lo más íntimo, y retumban: golpes de timbal, tambores de guerra.

Y así me encaro a la vida, con la fuerza de tu alegría revolucionándose en cada átomo que me forma. Podría volar, romper cualquier oscuridad, podría formar nuevos universos.

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Sueños renacientes

No sé por qué el español no admite el participio de presente del verbo renacer… puede que porque aunque fuera hijo del latín se crió con cristianos y tenía niñera árabe, vamos que no usaban mucho verbos en los que no creían…
Me permito la licencia y califico mis sueños de renacientes, porque han pasado de estar muertos a estar renaciendo, son sueños que reviven, sueños relucientes (llenos de luz) de vida, de alegría, de pasión animal (que es la única que conozco, la verdadera para mí).
Sueños que ya no tengo que esconder, que empiezo a vivir, que ya no sueño sola, que nos escribimos con saliva e incisiones de dientes en nuestra piel.
Bienvenidos a la tierra prometida.